El
Año de la Fe bien
puede ser un año peregrinante. Peregrinar para un cristiano no es solo “hacer
turismo” o “ir de excursión”. Peregrinar implica “salir del lugar donde
vivimos, tanto físico como espiritual”... y “caminar despojándonos de la
comodidad diaria, para enriquecernos espiritualmente en compañía de otros”.
Están
previstas, al menos, 6 Peregrinaciones por Parroquias, Arciprestazgos y
Movimientos a la
Catedral. Este acercarnos a la “casa madre” de la nuestra
Iglesia diocesana tendrá dos momentos muy especiales: La celebración de la Eucaristía, presidida
por nuestro Obispo, en la que se hará entrega a los peregrinos el Credo de
nuestra fe... donde se recoge la síntesis de la fe que profesamos los católicos
desde tiempos de los Apóstoles; y la renovación de las promesas bautismales en la Cripta de San Antolín. Este
acto tiene un simbolismo muy especial: renovamos las promesas que por la
mayoría de nosotros hicieron nuestros padres y padrinos en el día de nuestra
Bautismo... en el lugar donde reside el recuerdo más antiguo de la fe de
nuestros antepasados. Un buen momento para entroncarnos en la corriente de
todos los que han mantenido a lo largo de los siglos la fe en nuestro pueblo.