Por qué murió Jesús en la
cruz. Los cristianos estamos
acostumbramos a que la vida de Jesús de Nazaret acabase en una muerte violenta.
La devoción popular se compadece al ver las imágenes de un Cristo ensangrentado
clavado en una cruz, pero pocas veces se pregunta por qué un hombre bueno, que
hablaba de Dios y que predicaba el amor al prójimo, acabase abandonado de todos
y con una muerte tan ignominiosa que estaba reservada tan sólo para los
esclavos o los rebeldes políticos. En esta catequesis vamos a intentar
reflexionar sobre los motivos históricos y religiosos que llevaron a Jesús a
tener un final tan trágico.
La pretensión de Jesús. Si Jesús se hubiera
conformado con comentar la Palabra de Dios contenida en los libros de lo que
llamamos el Antiguo Testamento y explicarla a la gente, se le hubiera considerado
un rabino más y no le hubiese pasado nada malo. Pero Jesús se presentó ante el
pueblo como la voz misma de Dios, que interpreta con autoridad la ley que
Yahveh dio a Moisés, que perdona los pecados, algo que sólo Dios puede hacer,
que llama al pueblo a definirse a favor o en contra suya como representante personal
del reino de Dios y que se atreve a llamar a Dios “Abbá” (Padre), considerándose
Hijo suyo e igual a él. Ahora bien, esta conciencia de sus relaciones con Dios
es algo único y extraordinario. Sus pretensiones superaban con mucho las de
cualquier rabino o sacerdote del templo de Jerusalén, por lo que lo escuchaban tuvieron
que plantearse seriamente la pregunta de quién era realmente Jesús y qué había
que hacer con él: aceptar su mensaje o rechazarlo.