El pasado 1 de diciembre, se celebró la primera de las
Peregrinaciones Diocesanas a la S.I. Catedral de Palencia con motivo del Año de
la Fe. En esta peregrinación participaron fieles del Arciprestazgo de
Camino-Carrión y de las palentinas parroquias de San Lázaro y San Telmo.
Esta Peregrinación tuvo su primer gran momento en la celebración
de la Eucaristía presidida por nuestro Obispo. Durante la mismas se hizo
entrega a los peregrinos el Credo de nuestra fe... donde se recoge la síntesis
de la fe que profesamos los católicos desde tiempos de los Apóstoles.
Acabada la Eucaristía los fieles se trasladaron -con velas
encendidas- en procesión al Trascoro de la Catedral. Allí, tras una breve
oración, nuestro Obispo bendijo a los presentes con agua del pozo de la Cripta
de San Antolín. Con este simbólico gesto, nos entroncarnos en la corriente de
todos los que han mantenido a lo largo de los siglos la fe en nuestro pueblo.
Con el canto de la Salve y la Bendición Final se dio por
concluida esta primera Peregrinación a la Catedral en el Año de la Fe. Quedamos
convocados para la siguiente, que se celebrará el próximo 22 de diciembre.
En su homilía, D. Esteban recordó que la Fe es, ante todo «una
adhesión personal del hombre a Dios y, al mismo tiempo e inseparablemente el
asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado», y que «la fe nos
hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión beatífica, fin de nuestro
caminar aquí abajo». La fe es ya el comienzo de la vida eterna, La fe es, pues,
ya el comienzo de la vida eterna, cuando «veremos a Dios cara a cara, tal cual es».
También expresó que nadie puede creer ni vivir solo, ni nadie
se ha dado la fe a sí mismo. «Cada creyente es como un eslabón en la gran
cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los
otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros. Así la Iglesia
es la primera que cree, y conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la
primera que, en todas partes, confiesa al Señor. Por medio de la Iglesia
recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. La Iglesia, que es “columna
y fundamento de la verdad” (1 Tm 3,15), guarda fielmente “la fe transmitida a
los santos de una vez para siempre”. Ella es la que guarda la memoria de las
palabras de Cristo, la que transmite de generación en generación la confesión
de fe de los apóstoles».
Una fe que la Iglesia apostólica -desde su origen- expresó y
transmitió su propia fe en fórmulas breves y normativas para todos. A través del
«Símbolo de los Apóstoles», llamado así porque es considerado como el resumen
fiel de la fe de los Apóstoles y el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de
Roma. Y del «Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla», símbolo común a todas
las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.
D. Esteban finalizó su homilía animando a los fieles a recitar
con fe el Credo. Recitar el Credo es «entrar en comunión con Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, es entrar también en comunión con toda la Iglesia que nos
transmite la fe y en el seno de la cual creemos».
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