Mons.
Esteban Escudero
Una convocatoria del Papa. A través de la Carta Apostólica “Porta Fidei”, el
Papa Benedicto XVI ha convocado el “Año de la Fe”, del 11 de Octubre de 2012 al
24 de Noviembre de 2013. Como sabemos, este “Año de la Fe” se convoca
coincidiendo con el cincuenta aniversario de la apertura del concilio Vaticano
II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.
Además, en Octubre de este año, se tendrá en Roma un Sínodo especial de obispos
dedicado a la “nueva evangelización”.
Dimensión catequética del Año de la Fe. En su carta Apostólica, afirma el Papa: “Para acceder a un conocimiento
sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de
la Iglesia Católica un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos
más importantes del Concilio Vaticano II. En la Constitución apostólica “Fidei depositum”,
firmada precisamente al cumplirse el trigésimo aniversario de la apertura del
Concilio Vaticano II, el beato Juan Pablo II escribía: “Este Catecismo es una
contribución importantísima a la obra de renovación de la vida eclesial... Lo
declaro como regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido
y legítimo al servicio de la comunión eclesial”.
Precisamente en este horizonte, el Año
de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar
los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente
en el Catecismo de
la Iglesia Católica. En efecto, en él se pone de manifiesto
la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en
sus dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la
Iglesia, de los Maestros de teología a los Santos de todos los siglos, el
Catecismo ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la
Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar
certeza a los creyentes en su vida de fe”.
La nueva evangelización. Evangelizar significa anunciar la “Buena Noticia”
de Jesucristo, que es un mensaje de amor y de esperanza para toda la humanidad.
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, cuyo texto es el que vamos a
comentar en estas catequesis semanales, define así esta “Buena Noticia”:
- ¿Cuál es la Buena Noticia para el hombre? La Buena Noticia es el anuncio de Jesucristo, «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16), muerto y resucitado. En tiempos del rey Herodes y del emperador César Augusto, Dios cumplió las promesas hechas a Abraham y a su descendencia, enviando «a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva» (Ga 4, 4-5).
- ¿Cómo se difunde esta Buena Noticia? Desde el primer momento, los discípulos desearon ardientemente anunciar a Cristo, a fin de llevar a todos los hombres a la fe en Él. También hoy, el deseo de evangelizar y catequizar, es decir, de revelar en la persona de Cristo todo el designio de Dios, y de poner a la humanidad en comunión con Jesús, nace de este conocimiento amoroso de Cristo.
Las cuatro partes del Catecismo de la Iglesia
Católica
La primera parte, titulada «La profesión de la fe»,
contiene una oportuna síntesis de la lex credendi, es decir, de la fe
profesada por la Iglesia Católica, tomada del Símbolo Apostólico, ulteriormente
explicitado y detallado por el Símbolo Niceno-Constantinopolitano [forma larga del Credo], cuya constante
proclamación en la asamblea cristiana mantiene viva la memoria de las
principales verdades de la fe.
La segunda parte, titulada «La celebración del
misterio cristiano», presenta los elementos esenciales de la lex celebrandi.
El anuncio del Evangelio encuentra, efectivamente, su respuesta privilegiada en
la vida sacramental. En ella los fieles experimentan y dan testimonio en cada
momento de su existencia, de la eficacia salvífica del misterio pascual, por
medio del cual Cristo ha consumado la obra de nuestra redención.
La tercera parte, titulada «La vida en Cristo»,
presenta la lex vivendi, es decir, el compromiso que tienen los
bautizados de manifestar en sus comportamientos y en sus decisiones éticas la
fidelidad a la fe profesada y celebrada. Los fieles, en efecto, están llamados
por el Señor Jesús a realizar las obras que se corresponden con su dignidad de hijos
del Padre en la caridad del Espíritu Santo.
La cuarta parte, titulada «La oración cristiana»,
ofrece una síntesis de la lex orandi, es decir, de la vida de oración. A
ejemplo de Jesús, modelo perfecto de orante, también el cristiano está llamado
al diálogo con Dios en la oración, de la que es expresión privilegiada el Padre
Nuestro, la oración que nos enseñó el mismo Jesús.
EL CREDO. EL SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de
Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica, la comunión de los
santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
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