Mons. Esteban Escudero
La pregunta por Dios. Son muchos los millones
de personas que creen en Dios. Los musulmanes rezan cinco veces al día a Alá,
el Dios único, Creador y Juez del mundo. Los hindúes afirman que todo en el
mundo procede de Brahma, aunque luego adoran multitud de dioses y diosas. Los
budistas guardan silencio ante el misterio de Dios y sólo esperan que, tras la
supresión de todo deseo en el mundo, gozar al final de la gran paz del Nirvana.
Así podríamos ir describiendo las distintas representaciones que tienen de
Dios, o de los dioses en el caso del politeísmo, las distintas religiones que
se han dado en la historia de la humanidad. Por eso, a todo creyente le puede
asaltar en algún momento estas preguntas: ¿todas las religiones son iguales? ¿Hablan
todas de la misma forma de Dios? ¿Son todas las representaciones de Dios
igualmente verdaderas? ¿Cómo es el Dios verdadero? ¿Será el cristianismo tan
sólo una forma, igual que las otras, de hablar de Dios?
La manifestación de Dios.
Aunque parezca extraño
decirlo, sólo Dios se conoce a sí mismo y lo que los hombres hemos dicho de él
a lo largo de la historia han sido siempre aproximaciones, basadas en las
huellas que él ha dejado en la naturaleza creada, en las experiencias de los
místicos de todas las religiones o en las imágenes que cada persona se ha ido
formando de él en su vida. Al igual como ocurre con cualquier persona de
nuestro alrededor, de la que conocemos la intimidad de lo que ella es, es
decir, sus sentimientos, sus anhelos, sus temores, sus proyectos etc., sólo cuando se nos abre en la
confidencia y nos habla de sí misma, igual pasa con Dios. Sólo cuando él se nos
ha manifestado y nos ha hablado de sí mismo, podemos decir que nos estamos
acercando a un conocimiento más verdadero de él, aunque nunca la inteligencia
finita del hombre podrá comprender plenamente el misterio de Dios.
La revelación de Dios a
la humanidad. En la antigüedad, Dios se manifestó al pueblo de Israel. La revelación
de Dios tuvo lugar en varios momentos, destacando la vocación de Abrahán, la
teofanía (manifestación de Dios a Moisés) del monte Sinaí, en la que reveló su
nombre “Yahveh”, el testimonio de los profetas, los salmos, etc., recogido todo
ello en lo que los cristianos llamamos Antiguo Testamento. Pero, sólo en la
“plenitud de los tiempos”, Dios se ha revelado abiertamente al hombre en la
persona de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado. Nos dice el evangelista San
Juan: “A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del
Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18). Así pues, oyendo a
Jesucristo, hemos oído la Palabra de Dios hecha hombre; viendo a Jesucristo,
hemos visto a Dios hecho uno de nosotros; encontrando a Jesucristo, los hombres
hemos encontrado a Dios. En Jesucristo, pues, podemos decir que hemos conocido
de verdad a Dios.
La Santísima Trinidad. Jesús, el Hijo de Dios,
se nos ha manifestado como Dios, en gloria y majestad, especialmente en su
resurrección y ascensión al cielo. Y nos ha hablado de su Padre, al que él
llamaba cariñosamente Abba. Y tras su
Ascensión al cielo envió al Espíritu Santo sobre la Iglesia primitiva y nos
prometió que su Espíritu nos acompañaría siempre en su Iglesia. Así pues, tras
la revelación de Jesucristo al mundo, Dios se nos ha manifestado como Padre,
Hijo y Espíritu Santo, es decir como la Santísima Trinidad. Que no podamos
comprender racionalmente a Dios, trino y uno al mismo tiempo, no es de
extrañar. Tampoco un animal, por mucho que esté siempre en una casa conviviendo
con sus dueños, nunca podrá entender la realidad íntima de la persona de sus
amos. Y la diferencia entre la inteligencia animal y la humana no es nada
comparada entre el ser limitado del hombre y el Ser infinito de Dios.
El testimonio de la
Iglesia. En el Prefacio de la fiesta de la Santísima Trinidad, la Iglesia
confiesa el misterio de Dios dirigiendo esta plegaria al Padre: “Con tu único
Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no una sola Persona,
sino tres Personas en una sola naturaleza. Y lo que creemos de tu gloria,
porque tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo y también del Espíritu
Santo, sin diferencia ni distinción. De modo que al proclamar nuestra fe en la
verdadera y eterna divinidad, adoramos tres Personas distintas, de única
naturaleza e iguales en su dignidad”.
La estructura del Credo. Además, todos los
domingos, los cristianos confesamos nuestra fe en Dios, que se nos ha
manifestado como Dios Padre Creador, como Dios Hijo Redentor y como Dios
Espíritu Santo Santificador. Por eso, si nos preguntamos ¿Cuál es el misterio
central de la fe y de la vida cristiana?, tenemos que responder con el
catecismo: El misterio central de la fe y de la vida cristiana
es el misterio de la Santísima Trinidad. Los cristianos somos bautizados en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
TEXTOS DEL COMPENDIO DEL
CATECISMO
45. ¿Puede
la razón humana conocer, por sí sola, el misterio de la Santísima Trinidad? Dios ha dejado huellas de su ser
trinitario en la creación y en el Antiguo Testamento, pero la intimidad de su
ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón
humana e incluso a la fe de Israel, antes de la Encarnación del Hijo de Dios y
del envío del Espíritu Santo. Este misterio ha sido revelado por Jesucristo, y
es la fuente de todos los demás misterios.
46. ¿Qué
nos revela Jesucristo acerca del misterio del Padre? Jesucristo nos revela que Dios es
«Padre», no sólo en cuanto es Creador del universo y del hombre sino, sobre
todo, porque engendra eternamente en su seno al Hijo, que es su Verbo,
«resplandor de su gloria e impronta de su sustancia» (Hb 1, 3).
47. ¿Quién
es el Espíritu Santo, que Jesucristo nos ha revelado? El Espíritu Santo es la tercera
Persona de la Santísima Trinidad. Es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo;
«procede del Padre» (Jn 15, 26), que es principio sin principio y origen de
toda la vida trinitaria. Y procede también del Hijo (Filioque), por el don
eterno que el Padre hace al Hijo. El Espíritu Santo, enviado por el Padre y por
el Hijo encarnado, guía a la Iglesia hasta el conocimiento de la «verdad plena»
(Jn 16, 13).
48. ¿Cómo
expresa la Iglesia su fe trinitaria? La Iglesia expresa su fe trinitaria
confesando un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las
tres divinas Personas son un solo Dios porque cada una de ellas es idéntica a
la plenitud de la única e indivisible naturaleza divina. Las tres son realmente
distintas entre sí, por sus relaciones recíprocas: el Padre engendra al Hijo,
el Hijo es engendrado por el Padre, el Espíritu Santo procede del Padre y del
Hijo.
ORACIÓN
Dios, padre
todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de
la santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio, concédenos
profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su
Unidad todopoderosa. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario