domingo, 30 de diciembre de 2012

XII - La Fiesta de la Sagrada Familia

Imágenes en el tiempo de Navidad. Cuando vemos la retransmisión de un acontecimiento importante por televisión, el regidor suele jugar con los planos cortos y con los grandes planos. Es frecuente que las cámaras de televisión den una visión de conjunto del lugar donde se realiza el acto y de todos los asistentes y, poco después, se vayan deteniendo pormenorizadamente en sus protagonistas principales, para poder mejor apreciar los distintos elementos que forman el conjunto.

Algo parecido, salvando las distancias con el ejemplo televisivo, sucede con la serie de festividades litúrgicas que tienen lugar durante el tiempo de Navidad. En la misa de la Nochebuena y, sobre todo, en la misa del día del 25 de Diciembre, con la lectura del prólogo del evangelio de San Juan, centramos nuestra atención en el misterio de la encarnación del hijo de Dios: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). El niño Jesús, que duerme en el pesebre, es el Hijo de Dios encarnado. El día 1 de Enero, festividad de Santa María, Madre de Dios, la liturgia nos encuadra la figura de la Madre. La joven de Nazaret, por ser la madre de Jesús, Dios y hombre verdadero, puede ser llamada con toda propiedad “Madre de Dios”, tal como fue proclamada solemnemente en el concilio de Éfeso (a. 431). El día de Reyes, el 6 de Enero, festividad de la Epifanía del Señor, celebramos, contemplando la figura de los magos de Oriente, al Hijo de Dios que se manifiesta a los pueblos paganos y que es adorado por aquellos extranjeros como Mesías y Rey de los judíos. A través de estos encuadres parciales, vamos considerando los distintos episodios del misterio de la Navidad. Pero falta todavía la imagen de conjunto del gran acontecimiento.

domingo, 23 de diciembre de 2012

XI - Navidad, el Nacimiento de Cristo

El Hijo de Dios se hizo hombre. La fe en la encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: «Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios» (1 Jn 4, 2). Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 463), la fe en que el Hijo de Dios se hizo hombre es la característica fundamental del cristianismo. San Juan, en su Evangelio, lo dice de una manera concisa y clara: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios...Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1, 1.14)

Se hizo hombre para salvarnos. En el Credo Niceno-Constantinopolitano -o forma larga de nuestra profesión de fe- confesamos: «Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre». Uno de los motivos para este grandioso acontecimiento en la historia de la humanidad es que Dios no nos abandonó tras la ruptura de la amistad con él tras el pecado de nuestros primeros padres, sino que, compadecido de los hombres, quiso reconciliarnos con él, enviando a su propio Hijo al mundo, hecho uno de nosotros.


domingo, 16 de diciembre de 2012

X - Las Parábolas de la Misericordia

Dios es Amor. El anuncio por parte de Jesús del reino de Dios es ante todo la manifestación de quién es Dios y de su amor por los hombres, que él ha creado. En el anuncio de Jesús, Dios se nos manifiesta plenamente y de un modo nuevo. Resumiendo esta dimensión fundamental del reino, el apóstol San Juan escribe: “Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados (1 Jn 4, 8-10). La frase Dios es amor representa la cumbre de la revelación bíblica y significa que Dios es todo amor y solo amor, que se ha manifestado en el envío de su Hijo al mundo y en el don del Espíritu Santo.
 
El trato de Jesús con los pecadores. Jesús, como Hijo del Padre y Dios como él, tuvo con los hombres y mujeres de su tiempo la misma actitud de amor que el Padre que le había enviado. Se comprende fácilmente las relaciones de afecto y cariño que Jesús tuvo con los judíos piadosos de las aldeas y pueblos que visitaba. Pero, lo que revela de modo más elocuente el amor de Jesús para con los hombres es su trato con los pecadores públicos y las personas moralmente fracasadas. Zaqueo, el publicano de Jericó, era una persona que cobraba impuestos abusivos a sus conciudadanos, quedándose con una buena parte de ellos. Jesús no lo desprecia, sino que, sorprendentemente, le dice: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa» (Lc 19, 5). Igualmente, en el convite que un notable fariseo da a Jesús en su casa, se presenta de pronto una mujer pecadora, una prostituta del lugar. Ante las miradas de reproche de los comensales, Jesús la defiende diciendo: «sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho /.../ Y dijo a la mujer: “tu fe te ha salvado, vete en paz”» (Lc 7, 47.50). Con todo ello, Jesús muestra la misericordia del Padre y el poder que el Señor tiene, como enviado de Dios, de perdonar los pecados, punto culminante de su obra salvadora de la humanidad.

X - Las Parábolas de la Misericordia

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domingo, 9 de diciembre de 2012

IX - El Anuncio del Reino de Dios

El comienzo de la vida pública de Jesús. Tras su infancia y juventud en la casa de Nazaret, la actividad pública de Jesús comienza con un anuncio: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15). El tema del “reino de Dios” impregna toda la predicación de Jesús. Todos sus pensamientos, su enseñanza, su acción y su destino giran en torno a él. Por eso, es imposible decir en pocas palabras lo que significa ese “reino”. En esta catequesis lo que pretendemos es, sencillamente, intentar aproximarnos a lo que es y significa para el hombre de todos los tiempos la proclamación gozosa de Jesús de que el reino de Dios está cerca.

Jesús anuncia a Dios, su Padre. Hablando del reino de Dios, Jesús anuncia simplemente a Dios. Nos dice: Dios es realmente Dios, es decir, tiene en sus manos los hilos del mundo. Jesús, al poner en el centro de su enseñanza la realeza de Dios, puso en claro que Dios debe ser para los hombres el centro de todo. Toda su predicación es el anuncio de quién es Dios, de su obrar y de su ser. El aspecto nuevo del mensaje de Jesús consiste en que él anuncia que Dios actúa precisamente ahora; ésta es la hora en que Dios, de una forma distinta a como lo hacía en el Antiguo Testamento, se nos manifiesta como el verdadero Señor de la historia, como el Dios vivo.

IX - El Anuncio del Reino de Dios

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miércoles, 5 de diciembre de 2012

I Peregrinación a la Catedral en el Año de la Fe

El pasado 1 de diciembre, se celebró la primera de las Peregrinaciones Diocesanas a la S.I. Catedral de Palencia con motivo del Año de la Fe. En esta peregrinación participaron fieles del Arciprestazgo de Camino-Carrión y de las palentinas parroquias de San Lázaro y San Telmo.

Esta Peregrinación tuvo su primer gran momento en la celebración de la Eucaristía presidida por nuestro Obispo. Durante la mismas se hizo entrega a los peregrinos el Credo de nuestra fe... donde se recoge la síntesis de la fe que profesamos los católicos desde tiempos de los Apóstoles.

Acabada la Eucaristía los fieles se trasladaron -con velas encendidas- en procesión al Trascoro de la Catedral. Allí, tras una breve oración, nuestro Obispo bendijo a los presentes con agua del pozo de la Cripta de San Antolín. Con este simbólico gesto, nos entroncarnos en la corriente de todos los que han mantenido a lo largo de los siglos la fe en nuestro pueblo.

Con el canto de la Salve y la Bendición Final se dio por concluida esta primera Peregrinación a la Catedral en el Año de la Fe. Quedamos convocados para la siguiente, que se celebrará el próximo 22 de diciembre.


viernes, 30 de noviembre de 2012

VIII - Creo en Jesucristo, el Hijo de Dios



El misterio de la persona de Jesús de Nazaret. Ya desde el comienzo de su predicación, la figura de Jesús fue objeto de controversia. Su predicación, sus milagros, su amor a los pobres y marginados, su predicación del Reino de Dios, su pretensión de ser el Mesías esperado por Israel, su unión con Dios, al que llamaba afectuosamente abba (Padre), considerándose como hijo suyo, hizo que las gentes que le escuchaban se preguntasen sobre su verdadera personalidad. ¿Quién era ese Jesús, que recorría los pueblos y las aldeas de Galilea? Su “yo” más profundo, para muchos, constituía un misterio.

¿Quién dice la gente que soy yo? El evangelio de San Mateo nos describe la variedad de opiniones que corrían entre la gente sobre la persona de Jesús. «Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, -nos dice el evangelista-, Jesús preguntó a sus discípulos: “Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”» (Mt 16, 13-14). También Herodes Antipas, el rey de la Galilea, donde Jesús predicaba, también estaba confuso ante la persona de Jesús, sabiendo lo que las gentes de su reino decían de él. Es el evangelista San Marcos quien nos informa de esto, al referirnos la muerte de Juan el Bautista: «Como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él. Unos decían: “Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él”. Otros decían: “Es Elías”. Otros: “Es un profeta como los antiguos”. Herodes, al oírlo, decía: “Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”» (Mc 6, 14-16).

VIII - Creo en Jesucristo, el Hijo de Dios

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domingo, 25 de noviembre de 2012

VII - La Fe en Dios por Jesucristo

La fe en la vida cotidiana. Las relaciones entre las personas frecuentemente se basan en una confianza que, en cierto modo, nos puede ayudar a comprender lo que es la fe religiosa. Esta confianza o fe entre las personas se da principalmente en las relaciones entre los amigos, o entre marido y mujer, o también cuando alguien se dirige a nosotros para pedirnos algo. Unas veces confiamos en el otro o, por el contrario, como se dice vulgarmente “no nos fiamos ni un pelo” de él. Algo tiene que pasar para que nos fiemos de una persona o bien para que desconfiemos de ella.
 
El camino hacia la fe humana en la persona del otro empieza cuando me abro hacia lo que me dice sobre sí misma, prestándole atención. Comienza entonces un período de discernimiento para tratar de averiguar si es o no digna de crédito. La convergencia de los indicios que me llegan sobre su manera de ser hacen que, por fin, venza mi cautela y, juzgando que tengo suficientes garantías sobre su persona, decida otorgarle mi confianza: “yo creo en ti”. Y desde la fe en su persona, surge la fe en su palabra: “yo te creo”. Si la considero digna de mi confianza, acepto, sin más, lo que ella me dice sobre su vida, sus preocupaciones, sus necesidades... Creo en ella y, porque creo en ella, creo en lo que me dice.

VII - La Fe en Dios por Jesucristo

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jueves, 22 de noviembre de 2012

Jesús de Nazaret. La infancia de Jesús. 31 preguntas

31 Preguntasy respuestas sobre la infancia de Jesús de Nazaret extraídas del libro de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI Jesús de Nazaret. La infancia de Jesús”. (Ed. Planeta. Barcelona 2012)


1. ¿Cuál es el objetivo del libro sobre la infancia de Jesús que ha escrito Benedicto XVI?

«Espero que, a pesar de sus límites, este pequeño libro pueda ayudar a muchas personas en su camino hacia Jesús y con él». (Pág. 8)


SOBRE JESÚS Y SU MISIÓN
 
2. ¿De dónde viene Jesús?

«El misterio del “de dónde”, del doble origen, se nos presenta de manera muy concreta: su origen se puede constatar, y sin embargo, es un misterio. Sólo Dios es su “Padre” en sentido propio. La genealogía de los hombres tiene su importancia para la historia del mundo. Y, a pesar de ello, al final es en María, la humilde virgen de Nazaret, donde se produce un nuevo inicio, comienza un nuevo modo de ser persona humana». (15)

martes, 20 de noviembre de 2012

La Dedicación de la Catedral en el Año de la Fe


Ayer, 19 de noviembre, conmemoramos el Día de la Dedicación de la Catedral. Esta tuvo lugar el 19 de noviembre de 1897. La consagró el Obispo de Palencia, Mons. Enrique Almaraz y Santos, después Cardenal Primado de Toledo. En aquel entonces, se colocaron las doce cruces de mármol que pueden verse por las distintas columnas de las naves laterales. Simbolizan a los doce apóstoles, fundamento de la Iglesia de Jesucristo. De acuerdo con el ritual, se las ungió con el óleo santo. Todos los años, en esta fecha y para recordar este acontecimiento en la Catedral, se encienden las velas que hay debajo de cada una de ellas.

Durante la Homilía en este Día, nuestro Obispo ha invitado, con motivo del Año de la Fe a todos, “sacerdotes, religiosos y laicos católicos de la Iglesia particular de Palencia, a venir en peregrinación a nuestra Santa Iglesia Catedral para recitar solemnemente el Credo, renovar las promesas del bautismo y comprometernos más profundamente con la fe profesada, rezada, celebrada y vivida en la caridad”.


domingo, 18 de noviembre de 2012

VI - El hombre y el pecado original

Mons. Esteban Escudero

Dos etapas en la historia de la humanidad. En este tema vamos a hablar de dos situaciones diferentes de la condición del ser humano: el hombre, varón y mujer, tal como fue creado por Dios, y el hombre caído, tras apartarse de Dios los primeros progenitores de la historia de la humanidad. La gracia de Dios en la Creación aportaba al hombre ser libre y tener control sobre sus propias acciones. Obedeciendo a Dios, el hombre era dueño de sí y señor del mundo. Estaba destinado a una relación de amistad con Dios, que le proporcionaría felicidad y eternidad. Es una situación que denominamos el “paraíso terrenal”. Pero, según nos dice la Revelación de Dios en la Biblia, las relaciones con él se desordenaron. El hombre no obedeció a Dios, quiso ser señor por sí mismo y reclamó el mundo como propiedad suya. Desde ese momento, la historia de la humanidad quedó marcada por la culpa originaria y por la perturbación que en el hombre y en el mundo introduce. Veámoslo en los textos del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica que citamos.

El hombre, imagen de Dios. El hombre ha sido creado a imagen de Dios, en el sentido de que es capaz de conocer y amar libremente a su propio Creador. Es la única criatura sobre la tierra a la que Dios ama por sí misma, y a la que llama a compartir su vida divina, en el conocimiento y en el amor. El hombre, en cuanto creado a imagen de Dios, tiene la dignidad de persona: no es solamente algo, sino alguien capaz de conocerse, de darse libremente y de entrar en comunión con Dios y las otras personas (Catecismo, nº 66).

VI - El hombre y el pecado original

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domingo, 11 de noviembre de 2012

V - Un Dios creador del mundo

Mons. Esteban Escudero
 
La pregunta por los orígenes. En la vida ordinaria, estamos tan metidos en los problemas y ocupaciones de cada día, que no pensamos en algunas cuestiones que, sin embargo, pueden tener repercusiones importantes para nuestro destino como personas: ¿El mundo se hizo solo o lo creó un Dios inteligente? ¿Venimos de la materia o venimos de Dios? ¿Es la casualidad, lo irracional, el principio de todo o, por el contrario, el principio del mundo es la razón creadora, la libertad divina, el amor de Dios? Las ciencias de la naturaleza nos van explicando cada vez con mayor precisión cómo es el mundo, dando por supuesto el hecho familiar de que el mundo existe. Mas esto constituye también un problema, el mayor de los problemas: ¿Por qué existe el mundo? ¿Por qué existe el hombre?

La respuesta de la Biblia. La contestación que da la Revelación de Dios al hombre sobre estas preguntas fundamentales es muy clara: “Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. /.../ Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó” (Génesis 1, 1-2. 26-27).

V - Un Dios creador del mundo

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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Proposiciones de los participantes en el Sínodo sobre "Nueva Evangelización"

Se han presentado las Proposiciones que los participantes en el Sínodo sobre “Nueva Evangelización y transmisión de la fe” han enviado al Santo Padre Benedicto XVI. Este elenco de Proposiciones, se han distribuido en cuatro secciones: la “naturaleza de la nueva evangelización”, el “contexto de la misión actual de la Iglesia”, las “respuestas pastorales a las circunstancias de nuestros días” y los “agentes/participantes de la nueva evangelización”.


Asimismo, durante la XXII Congregación General, la última del Sínodo, en la que se votó la lista final de las Proposiciones, Benedicto XVI dirigió unas breves palabras a los Padres sinodales:

“Ya que tengo la palabra -dijo el Santo Padre- aprovecho para expresar mi saludo más cordial a los nuevos cardenales. Con este pequeño consistorio he querido completar el consistorio de febrero, en el contexto de la Nueva Evangelización, con un gesto de la universalidad de la Iglesia, mostrando que la Iglesia es Iglesia de todos los pueblos, habla en todas las lenguas y es siempre Iglesia de Pentecostés; no es Iglesia de un continente, sino Iglesia universal. Efectivamente, era esta mi intención; expresar este contexto, esta universalidad de la Iglesia; es también una hermosa manifestación de este sínodo. Para mí ha sido realmente edificante, consolador y alentador ver, aquí, el espejo de la Iglesia universal con sus sufrimientos, amenazas, peligros y alegrías, con la experiencia de la presencia del Señor, incluso en situaciones difíciles”.
 
“Hemos visto como la Iglesia, también hoy, crece y está viva (...) Aunque si siente vientos contrarios, la Iglesia siente sobre todo, el viento del Espíritu Santo que nos ayuda, nos enseña el camino certero; y así, con entusiasmo redoblado, estamos en camino y damos gracias a Dios porque nos ha dado este encuentro realmente católico”, concluyó.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Como la samaritana en el pozo

MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS

Vigésima Congregación General de la XIII Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
Ciudad del Vaticano. 26 octubre de 2012

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Hermanos y hermanas:

“Gracia a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (Rm 1, 7). Obispos de todo el mundo, invitados por el Obispo de Roma, el Papa Benedicto XVI, nos hemos reunido para reflexionar juntos sobre “la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana” y, antes de volver a nuestras Iglesias particulares, queremos dirigirnos a todos vosotros, para animar y orientar el servicio al Evangelio en los diversos contextos en los que estamos llamados a dar hoy testimonio.

1. Como la samaritana en el pozo

Nos dejamos iluminar por una página del Evangelio: el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (cf. Jn 4, 5-42). No hay hombre o mujer que en su vida, como la mujer de Samaría, no se encuentre junto a un pozo con una vasija vacía, con la esperanza de saciar el deseo más profundo del corazón, aquel que sólo puede dar significado pleno a la existencia. Hoy son muchos los pozos que se ofrecen a la sed del hombre, pero conviene hacer discernimiento para evitar aguas contaminadas. Es urgente orientar bien la búsqueda, para no caer en desilusiones que pueden ser ruinosas.

viernes, 2 de noviembre de 2012

IV - Creo en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo

Mons. Esteban Escudero

La pregunta por Dios. Son muchos los millones de personas que creen en Dios. Los musulmanes rezan cinco veces al día a Alá, el Dios único, Creador y Juez del mundo. Los hindúes afirman que todo en el mundo procede de Brahma, aunque luego adoran multitud de dioses y diosas. Los budistas guardan silencio ante el misterio de Dios y sólo esperan que, tras la supresión de todo deseo en el mundo, gozar al final de la gran paz del Nirvana. Así podríamos ir describiendo las distintas representaciones que tienen de Dios, o de los dioses en el caso del politeísmo, las distintas religiones que se han dado en la historia de la humanidad. Por eso, a todo creyente le puede asaltar en algún momento estas preguntas: ¿todas las religiones son iguales? ¿Hablan todas de la misma forma de Dios? ¿Son todas las representaciones de Dios igualmente verdaderas? ¿Cómo es el Dios verdadero? ¿Será el cristianismo tan sólo una forma, igual que las otras, de hablar de Dios?

La manifestación de Dios. Aunque parezca extraño decirlo, sólo Dios se conoce a sí mismo y lo que los hombres hemos dicho de él a lo largo de la historia han sido siempre aproximaciones, basadas en las huellas que él ha dejado en la naturaleza creada, en las experiencias de los místicos de todas las religiones o en las imágenes que cada persona se ha ido formando de él en su vida. Al igual como ocurre con cualquier persona de nuestro alrededor, de la que conocemos la intimidad de lo que ella es, es decir, sus sentimientos, sus anhelos, sus temores, sus proyectos etc., sólo cuando se nos abre en la confidencia y nos habla de sí misma, igual pasa con Dios. Sólo cuando él se nos ha manifestado y nos ha hablado de sí mismo, podemos decir que nos estamos acercando a un conocimiento más verdadero de él, aunque nunca la inteligencia finita del hombre podrá comprender plenamente el misterio de Dios.

IV - Creo en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo

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sábado, 27 de octubre de 2012

Mensaje Final del Sínodo para la Nueva Evangelización

El pasado 26 de octubre, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación del Mensaje de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (7-28 octubre 2012) dedicado al tema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

Han intervenido el cardenal Giuseppe Betori, arzobispo de Florencia (Italia), Presidente de la Comisión para el Mensaje y los arzobispos Pierre-Marie Carré, de Montpellier (Francia), Secretario especial y Luis Antonio G. Tagle, di Manila (Filipinas), Vice-Presidente de la Comisión para el Mensaje.

Ofrecemos a continuación una síntesis del texto:

Al inicio del documento los obispos recuerdan el pasaje evangélico de Juan que narra el encuentro de Jesús con la samaritana en el pozo: es la imagen del hombre contemporáneo con una ánfora vacía, que tiene sed y nostalgia de Dios, y hacia el que la Iglesia debe dirigirse para hacerle presente al Señor. Y como la samaritana, quien encuentra a Jesús no puede hacer otra cosa sino convertirse en testigo del anuncio de salvación y esperanza del Evangelio.

viernes, 26 de octubre de 2012

III - La Sagrada Escritura en la Iglesia

Mons. Esteban Escudero

Los Apóstoles, transmisores del Evangelio. “Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los pueblos se conservara para siempre íntegro y fuera transmitido a todas las edades. Por eso Cristo nuestro Señor, plenitud de la revelación, mandó a los Apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio prometido por los profetas, que El mismo cumplió y promulgó con su boca. Este mandato se cumplió fielmente, pues los Apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó; además, los mismos Apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo (VAT II, DV 7).

La inspiración de la Sagrada Escritura. La revelación que se contiene en la Sagrada Escritura ha sido puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. Por eso, se afirma que todos los libros de la Biblia tienen a Dios por autor, es decir, están “inspirados” por Él. Ello no obsta para que, en la composición de los libros sagrados, Dios se valiese de unos hombres elegidos por él, que se conocen con el nombre de “hagiógrafos”. Estos hombres tenían una cultura, una lengua y unas facultades propias. Dios se valió de ellos para que pusiesen por escrito, según sus capacidades, todo lo que Dios quería que conociésemos para nuestra salvación. En este sentido, se puede decir que ellos son también verdaderos autores de los libros sagrados.

III - La Sagrada Escritura en la Iglesia

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jueves, 25 de octubre de 2012

II - El Año de la fe. ¿Qué es la fe?

Plaza de San Pedro
Miércoles 24 de octubre de 2012

Queridos hermanos y hermanas:

El miércoles pasado, con el inicio del Año de la fe, empecé una nueva serie de catequesis sobre la fe. Y hoy desearía reflexionar con vosotros sobre una cuestión fundamental: ¿qué es la fe? ¿Tiene aún sentido la fe en un mundo donde ciencia y técnica han abierto horizontes hasta hace poco impensables? ¿Qué significa creer hoy? De hecho en nuestro tiempo es necesaria una renovada educación en la fe, que comprenda ciertamente un conocimiento de sus verdades y de los acontecimientos de la salvación, pero que sobre todo nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo, de amarle, de confiar en Él, de forma que toda la vida esté involucrada en ello.

Hoy, junto a tantos signos de bien, crece a nuestro alrededor también cierto desierto espiritual. A veces se tiene la sensación, por determinados sucesos de los que tenemos noticia todos los días, de que el mundo no se encamina hacia la construcción de una comunidad más fraterna y más pacífica; las ideas mismas de progreso y bienestar muestran igualmente sus sombras. A pesar de la grandeza de los descubrimientos de la ciencia y de los éxitos de la técnica, hoy el hombre no parece que sea verdaderamente más libre, más humano; persisten muchas formas de explotación, manipulación, violencia, vejación, injusticia... Cierto tipo de cultura, además, ha educado a moverse sólo en el horizonte de las cosas, de lo factible; a creer sólo en lo que se ve y se toca con las propias manos. Por otro lado crece también el número de cuantos se sienten desorientados y, buscando ir más allá de una visión sólo horizontal de la realidad, están disponibles para creer en cualquier cosa. En este contexto vuelven a emerger algunas preguntas fundamentales, que son mucho más concretas de lo que parecen a primera vista: ¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las nuevas generaciones? ¿En qué dirección orientar las elecciones de nuestra libertad para un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera tras el umbral de la muerte?

viernes, 19 de octubre de 2012

II - La Revelación y la Fe

Mons. Esteban Escudero


La historia de las religiones. A través de la belleza y del orden maravilloso que existe en la Creación, los hombres de todos los tiempos han podido entrever que, más allá del mundo material que nos rodea, y del que nosotros formamos parte, debe de haber una realidad que explique por qué existe el Universo y por qué existe el hombre. Las religiones que se han dado en la historia son buen ejemplo de esa búsqueda de Dios que hay en el hombre.

El anhelo de Dios. Además, todo ser humano tiene, en el fondo de su alma, un anhelo de Dios. Ese deseo, si no lo acallamos, se traduce por una incesante aspiración a la felicidad y a la inmortalidad. El hombre quiere ser feliz y ser feliz para siempre. No admite una vida sin sentido, un amor que se acabe para siempre, una injusticia que nunca tenga su sanción. San Agustín definió con pocas palabras este anhelo profundo de todo ser humano: “Tu eres grande, Señor, y muy digno de alabanza /.../ Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti”.

II - La Revelación y la Fe

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jueves, 18 de octubre de 2012

Catequesis del Papa en el Año de la Fe - I - Introducción

Plaza de San Pedro.
Miércoles 17 de octubre de 2012.

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy desearía introducir el nuevo ciclo de catequesis que se desarrolla a lo largo de todo el Año de la fe recién comenzado y que interrumpe -durante este período- el ciclo dedicado a la escuela de la oración. Con la carta apostólica Porta Fidei convoqué este Año especial precisamente para que la Iglesia renueve el entusiasmo de creer en Jesucristo, único salvador del mundo; reavive la alegría de caminar por el camino que nos ha indicado; y testimonie de modo concreto la fuerza transformadora de la fe.

La celebración de los cincuenta años de la apertura del concilio Vaticano II es una ocasión importante para volver a Dios, para profundizar y vivir con mayor valentía la propia fe, para reforzar la pertenencia a la Iglesia, «maestra de humanidad», que, a través del anuncio de la Palabra, la celebración de los sacramentos y las obras de caridad, nos guía a encontrar y conocer a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Se trata del encuentro no con una idea o con un proyecto de vida, sino con una Persona viva que nos transforma en profundidad a nosotros mismos, revelándonos nuestra verdadera identidad de hijos de Dios. El encuentro con Cristo renueva nuestras relaciones humanas, orientándolas, de día en día, a mayor solidaridad y fraternidad, en la lógica del amor. Tener fe en el Señor no es un hecho que interesa sólo a nuestra inteligencia, el área del saber intelectual, sino que es un cambio que involucra la vida, la totalidad de nosotros mismos: sentimiento, corazón, inteligencia, voluntad, corporeidad, emociones, relaciones humanas. Con la fe cambia verdaderamente todo en nosotros y para nosotros, y se revela con claridad nuestro destino futuro, la verdad de nuestra vocación en la historia, el sentido de la vida, el gusto de ser peregrinos hacia la Patria celestial.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Campaña de oración por la Evangelización

Ya está activo el sitio de la Campaña de oración por la Evangelización del mundo lanzado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y por las Obras Misionarias Pontificias, en particular por la Pontificia Unión Misionaria.

El sitio que todavía está en construcción, está en cuatro idiomas (italiano, inglés, francés y español) y se divide en varias secciones: Oración por la evangelización, oración interior, oración Mariana, Intenciones de oración, contribuciones desde el mundo...

domingo, 14 de octubre de 2012

I - Nueva Evangelización y Nuevo Catecismo

Mons. Esteban Escudero

Una convocatoria del Papa. A través de la Carta Apostólica “Porta Fidei”, el Papa Benedicto XVI ha convocado el “Año de la Fe”, del 11 de Octubre de 2012 al 24 de Noviembre de 2013. Como sabemos, este “Año de la Fe” se convoca coincidiendo con el cincuenta aniversario de la apertura del concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Además, en Octubre de este año, se tendrá en Roma un Sínodo especial de obispos dedicado a la “nueva evangelización”.

Dimensión catequética del Año de la Fe. En su carta Apostólica, afirma el Papa: “Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II. En la Constitución apostólica “Fidei depositum”, firmada precisamente al cumplirse el trigésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, el beato Juan Pablo II escribía: “Este Catecismo es una contribución importantísima a la obra de renovación de la vida eclesial... Lo declaro como regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial”.

I - Nueva Evangelización y Nuevo Catecismo

Catequesis de Mons. Escudero en Evangelización Digital



sábado, 13 de octubre de 2012

Fue un día espléndido aquel 11 de octubre de 1962

INÉDITO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PUBLICADO CON OCASIÓN DEL 50 ANIVERSARIO DE LA APERTURA DEL CONCILIO VATICANO II

Fue un día espléndido aquel 11 de octubre de 1962, en el que, con el ingreso solemne de más de dos mil padres conciliares en la basílica de San Pedro en Roma, se inauguró el concilio Vaticano II. En 1931 Pío XI había dedicado este día a la fiesta de la Divina Maternidad de María, para conmemorar que 1500 años antes, en 431, el concilio de Éfeso había reconocido solemnemente a María ese título, con el fin de expresar así la unión indisoluble de Dios y del hombre en Cristo. El Papa Juan XXIII había fijado para ese día el inicio del concilio con la intención de encomendar la gran asamblea eclesial que había convocado a la bondad maternal de María, y de anclar firmemente el trabajo del concilio en el misterio de Jesucristo. Fue emocionante ver entrar a los obispos procedentes de todo el mundo, de todos los pueblos y razas: era una imagen de la Iglesia de Jesucristo que abraza todo el mundo, en la que los pueblos de la tierra se saben unidos en su paz.

jueves, 11 de octubre de 2012

Homilía de nuestro Obispo en la Apertura del Año de la Fe

Homilía de Mons. Escudero en la Apertura del Año de la Fe

 

Hace tan sólo unas horas, Su Santidad el Papa Benedicto XVI ha inaugurado solemnemente en Roma el Año de la Fe. Este “Año de la Fe” se convoca coincidiendo con el cincuenta aniversario de la apertura del concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.

Refiriéndose a la conmemoración del concilio, el Papa, en la homilía de la misa de apertura del Año de la Fe, esta misma mañana, nos ha dicho: “con el fin de que el impulso interior a la nueva evangelización no se quede solamente en un ideal, ni caiga en la confusión, es necesario que ella se apoye en una base concreta y precisa, que son los documentos del concilio Vaticano II, en los cuales ha encontrado su expresión. Por esto, he insistido repetidamente en la necesidad de regresar, por así decirlo, a la “letra” del concilio, es decir, a sus textos, para encontrar en ellos su auténtico espíritu y he repetido que la verdadera herencia del Vaticano II se encuentra en ellos /.../ Los Padres conciliares querían volver a presentar la fe de modo eficaz, y si se abrieron con confianza al diálogo con el mundo moderno era porque estaban seguros de su fe, de la roca firme sobre la que se apoyaban /.../ Si hoy la Iglesia propone un nuevo Año de la Fe y la nueva evangelización, no es para conmemorar una efeméride, sino porque hay necesidad de ello, todavía más que hace 50 años. Y la respuesta que hay que dar a esta necesidad es la misma que quisieron dar los Papas y los Padres del concilio, y que está contenida en sus documentos /.../ Si ya en tiempos del concilio se podía saber, por algunas trágicas páginas de la historia, lo que podía significar una vida, un mundo sin Dios, ahora lamentablemente lo vemos cada día a nuestro alrededor. Se ha difundido el vacío. Pero, precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres”.